jueves, 3 de junio de 2010

Diálogos en altamar

- He pasado largas noches en altamar…observando las estrellas y junto a ellas el reflejo lunar. La marea me enamoró, y cuanto más agresiva, más la adoro. No es ella la que nos golpea, sino somos nosotros que la intentamos pisar. Pero para mí no hay nada como el sol de mediodía junto a una brisa primaveral en medio del océano. Te sientes atrapado, pero por tu libertad. Si contemplas, centenares de especies animales se te cruzan en cada momento; el graznido de una gaviota, el salto de un delfín…hay que saberlo disfrutar. He tenido la posibilidad de observar días enteros, ver el gran astro de este a oeste, sin una palabra poder gesticular. El cielo te hipnotiza, y paradójicamente te encuentras en plena mar. La verdad es que no me puedo quejar de mi vida como navegante, ya que he conocido mil culturas y he podido dibujar miles de tierras que se ofrecen al mar. El agua es una bendición, y siempre la supe aprovechar. Creo que la primera vez que me maree, será cuando deje de faenar...

- Cuánto te envidio, cuánto sabes, cómo has sabido conocer y conocerte…

- ¿Envidiarme tú a mí? ¡Si lo tienes todo! Estudios, cultura, un trabajo reputado…y mira yo, no sé ni escribir.

- Sí, pero sabes contemplar. Tienes libertad.

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